La Palabra de la Presidente
Jon Aizpúrua
Ex-presidente de CEPA (1993/2000) y actual Asesor de Relaciones Internacionales
Los espíritas estamos acostumbrados a hablar de “espiritismo” en singular, cuando nos estamos refiriendo a la doctrina fundada, sistematizada o codificada por Allan Kardec en el siglo XIX. De manera reiterada se suele decir que “el espiritismo es uno solo” y que la causa de las divergencias que suelen aparecer y reaparecer en distintas épocas hay que ubicarla en las particulares condiciones espirituales, intelectuales o morales, de cada uno de sus seguidores, ya se trate de encarnados o desencarnados, médiums o no, atribuyéndose también un peso significativo a la influencia de tendencias negativas derivadas del orgullo, los prejuicios, o las creencias derivadas del dogmatismo o del fanatismo.
Sin embargo, estamos convencidos de que sería mucho más apropiado utilizar este vocablo en plural, “espiritismos”, si deseamos abrir los ojos a lo que es ya una realidad acerca de lo que ha sucedido y está ocurriendo con la propuesta kardecista, y no apenas sucumbir a nuestros deseos. Dejaremos a un lado ahora para el propósito de nuestra exposición los sincretismos, en los que se amalgaman creencias católicas y tradiciones africanas e indoamericanas con exuberantes y heterogéneas prácticas mediúmnicas cuyos participantes no vacilan en presentarse como espiritistas, tal cual lo hacen también los integrantes de agrupaciones que se han constituido alrededor de las opiniones o enseñanzas de pretendidos Maestros o entidades espirituales superiores y que de manera explícita rechazan o subestiman la orientación kardecista. Y no nos ocuparemos tampoco del denominado “moderno espiritualismo”, muchas veces impropiamente denominado “espiritismo anglosajón”, uno de cuyos rasgos distintivos es el rechazo a la tesis reencarnacionista.
Ya de por sí, las anteriores menciones abonan mucho a favor de esa pluralidad de espiritismos sobre la cual estamos comentando, pero nuestra reflexión no va principalmente en esa línea, y sí en la de llamar la atención acerca de las numerosas y variopintas modalidades que se aprecian en el movimiento espírita mundial, sea en los grupos, sociedades, fraternidades, federaciones de ámbito nacional e internacional; también en los congresos o en las publicaciones o en las declaraciones y exposiciones de los líderes, escritores, oradores o médiums, por no mencionar las prácticas mediúmnicas en cuyo ámbito prosperan distintos criterios u ocurrencias y las diferencias se tornan abismales. La realidad objetiva es que instituciones y personas que, matices aparte, reconocen la obra de Kardec como su referencia esencial, hacen lecturas bastante dispares y en ocasiones antagónicas del mismo espiritismo y del pensamiento de su fundador.
En nuestra opinión, reconocer y asumir esta pluralidad ya es un asunto de sentido común porque los hechos la señalan con claridad. Y nos parece del mayor interés reflexionar acerca de las causas y las claves de las divergencias que separan a los espíritas. Es evidente que no hay diferencias sustanciales en lo que concierne al reconocimiento y proclamación de los postulados básicos que definen al espiritismo: Dios, espíritu, supervivencia, evolución, reencarnación, causalidad espiritual, mediumnidad, vida universal. Sin embargo, sí las hay, y muy profundas, en lo que se refiere a las concepciones, explicaciones o interpretaciones de esos principios y de sus derivaciones o aplicaciones.
Lo primero que se impone es analizar si las enseñanzas de Kardec, fruto de sus investigaciones y las orientaciones dictadas por los espíritus que le asesoraron, fueron suficientemente claras y explícitas como para haber dejado resueltas todas las cuestiones filosóficas, científicas, éticas, de orden material o espiritual, que se dispusieron a examinar siguiendo un admirable trazado metodológico. En este punto crucial podemos encontrar la raíz de las divergencias que han dado origen a varios espiritismos.
Conviene recordar que de manera insistente Kardec advirtió que el espiritismo debía avanzar con el progreso y rectificar en lo que estuviese errado, y eso es lo que procede cuando se trata de una doctrina filosófica y científica de consecuencias morales, sobre la cual sentenció que “su verdadero carácter es el de una ciencia y no el de una religión”. Acerca de muy diversas materias aclaró que había formulado algunas teorías con carácter hipotético y que por lo tanto debían esperar su confirmación en el porvenir o de lo contrario ser desechadas. Infelizmente, estas definiciones, que nos lucen claras y precisas, son sin embargo ignoradas, o interpretadas capciosamente, sometidas a un proceso de resemantización para que no digan lo que dicen y no signifiquen lo que realmente significan.
Aun así, hay que admitir que sobre determinados puntos el ilustre pensador francés no fue suficientemente explícito, incurrió en ambigüedades y contradicciones, y no consiguió rebasar los moldes de la teología cristiana ni de las nociones científicas imperantes en su tiempo. De aquí que algunos espíritas se sirven de sus opiniones para respaldar las propias, mientras que otros, con esas mismas citas, sostienen conceptos muy diferentes.
Muchos espíritas, la mayoría a decir verdad, en contradicción con el proyecto kardecista, asumen el espiritismo como una religión, o incluso como LA religión. Suponen que en las obras básicas de la codificación está dicho todo y que todo lo que está dicho allí es absolutamente cierto, indiscutible e intocable. Consideran que la misión del espiritismo es el restablecimiento del “cristianismo primitivo u original” y en consecuencia la evangelización representa la síntesis de la tarea por cumplir en el mundo. Y si al lenguaje que emplean vamos, es tan místico, edulcorado, melindroso y conservador, que supera al de cualquiera de las tantas congregaciones evangélicas que compiten por ganar adeptos en todas partes. Cuántas veces leemos o escuchamos, para nuestro asombro, que los representantes del espiritismo cristiano se presentan como “los trabajadores de Jesús” y que su labor consiste en “llevar más ovejas al rebaño del Señor”! De paso, cada día cobra más fuerza en ese movimiento una concepción desnaturalizada de Jesús, de quien dicen que no fue “ni hombre ni Dios”, ratificando así que han adoptado la tesis roustainguista del Jesús fluídico y se han apartado de la enseñanza kardecista respecto a la condición humana, enteramente natural de Jesús.
Quienes nos definimos como espíritas laicos, librepensadores, arreligiosos, humanistas, universalistas, racionalistas, plurales, progresivos y progresistas, pensamos de otra manera, nos expresamos con un lenguaje muy diferente, concebimos distintos caminos y metas para el proyecto kardecista, y por eso, estamos ubicados en otro espiritismo. No pretendemos tener la verdad, la cual por definición es imposible de asir o de aprehender en términos definitivos o absolutos. A lo sumo sería nuestra verdad. Con humildad reconocemos nuestras limitaciones, apenas compensadas por la vocación que nos impulsa hacia el estudio, al uso de la razón, a la duda y a la búsqueda del saber antes que de la creencia, y al ejercicio del irrenunciable derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión, libres de ideas supersticiosas provenientes de la cultura del pecado o de las culpas. No tenemos vocación de ovejas, preferimos sentirnos como águilas que despliegan sus alas majestuosas para volar libres hasta las alturas y divisar nuevos y más amplios horizontes.
Hacer estas precisiones en cuanto a los linderos que nos separan dentro del movimiento espírita, no solo implica reconocer una realidad por todos sabida, sino que ella puede ser asumida con espíritu sereno, con ánimo para el diálogo y disposición para el establecimiento y consolidación de un clima fraterno en las relaciones que han de primar entre los espíritas, respetando lo que cada uno, conforme a su libre albedrío, entienda o acepte. Con frecuencia se suele apuntar que “entre los espíritas es más lo que nos une que lo que nos separa” y eso es cierto si estamos haciendo referencia a los postulados centrales de la doctrina espírita, los que constituyen su núcleo duro, pero, como hemos anotado, no lo es tanto cuando se trata de definir al espiritismo y de abordar en todas sus implicaciones el análisis de cada uno de esos principios y la complejidad de sus consecuencias.
Hay espacios y momentos apropiados para que los diversos espiritismos se comuniquen, dialoguen y compartan conocimientos y experiencias. Un diálogo sin descalificaciones y al margen de la pretensión de que querer convertir a nadie. Quién sabe si un diálogo así practicado, pueda redundar en un significativo beneficio para la comprensión y difusión del Espiritismo, éste sí, en singular y con mayúscula.
Dante López
Ex-presidente de la CEPA (2008/2016)
A punto de comenzar una gira doctrinaria por diferentes países de Centro América y el Caribe y con el entusiasmo de estar cumpliendo con el cometido de llevar el pensamiento de CEPA, no podemos dejar de analizar la realidad del Espiritismo de hoy. Es poco conocido, lo que se conoce es la fenomenología mediúmnica, utilizada de muchas maneras, no siempre con métodos confiables y muchas veces se confunde al Espiritismo con la práctica de la mediumnidad. Su potencialidad como filosofía capaz de modificar conductas puede realmente sacar al ser humano de la visión de corto plazo reinante en la sociedad actual.
La Filosofía Espírita no es excluyente, cualquier persona puede comprender sus postulados, y a la vez es inclusiva, desde su visión, cada ser humano es merecedor del mayor de los respetos, porque cada experiencia es algo que yo he pasado o que pasaré. De esta manera, ser solidario con el que necesita es ser solidario con uno mismo. Nadie está exento de dificultades, sólo por esa razón vemos a nuestros hermanos humanos de manera diferente, sean de la raza que sean o tengan la tendencia que tengan.
Sin embargo y a pesar de su potencial, los espíritas no conseguimos ponernos de acuerdo sobre su carácter, y eso por sí sólo frena su avance. Hay una gran mayoría que lo pone en la dimensión de una nueva religión, otros que lo mixturan con prácticas rituales y no faltan quienes lo mencionan en sus prácticas mediúmnicas rentadas, desvirtuando su verdadera esencia.
No obstante, la potencialidad del Espiritismo sigue intacta, a la expectativa que sepamos utilizarla correctamente como herramienta del conocimiento universal, acoplado con la ciencia humana y las necesidades actuales de la humanidad.
He visto en jóvenes espíritas transformar su angustia existencial en esperanza y su tristeza en optimismo al comprender el funcionamiento de las leyes de Dios, y me gustaría que todos tengan esa posibilidad, es una herramienta para la vida y daría a las nuevas generaciones elementos para aplacar el consumismo y el hedonismo, valorizando los sentimientos y el intercambio solidario.
En otro orden de cosas, no sería conveniente un Espiritismo institucionalizado, sino con organizaciones que sirvan para acercar afectivamente a las personas, estudiando y transmitiendo experiencias y métodos de trabajo que se enriquezcan mutuamente. Un Espiritismo institucionalizado corre el riesgo de seguir el camino de las religiones: transformarse en un fin en sí mismo y dejar de ser un medio para ayudar a construir un mundo mejor.
[Publicado no AMÉRICA ESPÍRITA - ANO XIV - N° 153 - OUTUBRO 2011 ]
Milton R. Medran Moreira
Asesor de Relaciones Internacionales de CEPA
¡Fue bueno haber participado de este desafío!
Hay doctrinas que ven la vida del ser humano en la tierra como puro fenómeno biológico, producto del acaso. Hay otras - y estas han dado forma a las creencias y a toda la cultura occidental desde el advenimiento del cristianismo - que la interpretan como la resultante de una maldición divina, resultado del pecado original, cometido por una supuesta primera pareja en el Paraíso.
Para los primeros, todo el progreso alcanzable por el ser humano se da en el contexto de la vida material, porque en ella se agota la existencia. Ya para aquellos que sustentan la fe cristiana, el paso del espíritu por el planeta es, necesariamente, un período de sufrimiento y resignación, pasado el cual será alcanzada o la bienaventuranza eterna o la eterna condenación.
El Espiritismo, a diferencia, contempla las sucesivas encarnaciones humanas como etapas imprescindibles para el crecimiento del espíritu inmortal. Este, sometido, desde su condición originaria de "simple e ignorante" (pregunta 115 de El Libro de los Espíritus), a un proceso continuo de aprendizaje y perfeccionamiento, debe afrontar cada encarnación como una oportunidad única para "hacer su parte en la obra de la creación", como lo expone la pregunta 132 de El Libro de los Espíritus. Lo que los espíritus, allí mismo, clasificaron como "expiación y misión", inherentes a la encarnación de los espíritus en la Tierra, se puede sintetizar en una sola palabra: "desafíos".
La vida del individuo en una comunidad terrenal, en el proceso continuo en busca de la mejora de sus condiciones existenciales y de su perfeccionamiento, está hecha, toda ella, de desafíos que, superados, promueven el crecimiento.
El XXIII Congreso de CEPA, celebrado por primera vez en el transcurso de los 75 años de esta institución, en formato digital, fue muy feliz en la elección de su temática central: "El Espiritismo ante los Desafíos Humanos".
La palabra "desafío", colocada en el título del gran evento en el que participaron más de 800 personas de 27 países diferentes de Europa y de América, reconoce el planeta en el que todos estamos reencarnados, no simplemente como "un mundo de pruebas y expiaciones", una expresión que podría llevar al intérprete contemporáneo a deducciones doctrinarias cercanas a la idea de reencarnación-castigo, sino, fundamentalmente como "un mundo de desafíos".
No reencarnamos para pagar pecados, sino para crecer ante el siempre necesario sobrevenir de mayores desafíos, en el infinito proceso de la progresión moral e intelectual al que estamos incorporados y que son paulatinos en cada experiencia encarnatoria del espíritu.
Fue muy feliz CEPA en la elección de su temática congresual, brindando oportunidad al segmento espírita del mundo al enfrentamiento de las grandes cuestiones de nuestro tiempo, a partir de su concepción filosófica, optimista y progresista.
La crisis que se abatió sobre la comunidad mundial trajo nuevos y grandes desafíos para cuya superación se han evidenciado insuficientes los caminos ofrecidos por el nihilismo materialista y por el dogmatismo religioso.
No todos los grandes temas de nuestro tiempo estaban en la agenda del siglo XIX y que inspiraran a Allan Kardec a su rico diálogo con los espíritus en las 1.019 preguntas propuestas por él a sus nobles interlocutores espirituales, en el formato de El Libro de los Espíritus.
Algunas de ellas apenas comenzaban a desafiar el mundo en transformación vivido por el fundador del espiritismo. Dos grandes guerras, avances extraordinarios de la ciencia, cambios de hábitos, nuevas perspectivas filosóficas y sociológicas acerca del ser humano y de sus comunidades, mayor concienciación que implica el desgaste y la finitud de recursos naturales... ¡tantos desafíos de nuestro tiempo!
Afrontarlos y discutirlos a partir de las ideas filosóficas fundamentales del espiritismo, tales como la inmortalidad del espíritu, su comunicabilidad y evolución, fue el objetivo del Congreso de CEPA, exitosamente realizado, desde una perspectiva eminentemente espiritualista pero laica; con los ojos puestos en sus principios fundamentales, pero progresistas; utilizando las ideas políticas, sociales y conductuales contemporáneas, pero teniendo presente vívidamente los valores perennes ratificados por Kardec y los espíritus en las obras básicas.
El Congreso de CEPA programado para 2020, pero realizado en 2021, debido a una grave pandemia que acaeció en el mundo de nuestro tiempo, será, por todo ello, y notoriamente por haber enfrentado los desafíos que 2020/2021 trajeron al mundo, un evento notable, destinado a ser destacado en los anales de la historia del espiritismo.
Reconozcamos: ¡haber participado en este desafío fue una gran experiencia en la trayectoria individual de cada uno de nosotros!
Jacira Jacinto da Silva
Abogada, Presidenta de CEPA – Asociación Espírita Internacional
El Congreso de CEPA 2020 se celebrará con un año de retraso, ¡pero será especial!
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Assessor Especial da Presidência da CEPA
Desde que el mundo fue asolado por la crisis sanitaria más grave de los últimos 100 años, nuestras formas de vida han cambiado profundamente. En poco más de 18 meses, unos 180 millones de personas se han infectado con el nuevo coronavirus y casi 4 millones han muerto como consecuencia de la Covid-19 en todos los países. El dolor y la tristeza por familiares y amigos que se fueron prematuramente se extendieron por todos los hogares. Se han destruido economías, puestos de trabajo y sueños. Tiempos sombríos, profundamente difíciles, pero que también han sido escenario de gestos de solidaridad, produciendo diariamente ejemplos de altruismo y empatía, tanto por parte de los profesionales sanitarios que trabajan en primera línea como por parte de aquellos que están dispuestos a servir y a colaborar de las más diversas formas. Nunca el conocimiento científico y tecnológico ha sido tan desafiante para la producción de vacunas, dispositivos y atención médica en plazos tan ínfimos y en tal magnitud como los que hemos observado.
Cada uno de nosotros ha sido llamado a hacer su parte. Cambiamos hábitos, nos privamos del contacto cara a cara con nuestros amigos y familiares. Nos quedamos en casa, salimos lo menos posible, y cuando fue necesario utilizando mascarillas. Nuestro lema era el de colaborar de manera responsable y paciente, fomentando el distanciamiento físico. Nuestras organizaciones espíritas, por ejemplo, cerraron temporalmente sus puertas. Muchas actividades fueron interrumpidas, pero fuimos capaces de instituir otras formas de actuación y convivencia para el estudio y difusión del espiritismo.
Mientras tanto, esperamos que los laboratorios puedan aumentar la producción de inmunizantes para que sea posible, cuanto antes, vacunar a las poblaciones con cobertura suficiente para garantizar la interrupción de la transmisión del virus y promover la inmunidad colectiva. También es hora de exigir equidad, para que todos los pueblos, y no solo los que viven en los países desarrollados y más ricos, tengan el derecho y el acceso a las vacunas.
Pero mientras este momento tan anhelado de vuelta a la normalidad no llega, estamos llamados a encontrar otras formas de convivencia, de estudio y trabajo, explorando el potencial de las redes sociales y de las aplicaciones de comunicación virtual que hasta entonces utilizábamos para otros fines.
A lo largo de este periodo el Consejo Ejecutivo de CEPA, bajo el liderazgo de nuestra Presidente, Jacira Jacinto da Silva, estuvo activo y conectado, involucrado en la realización de varios encuentros y actividades virtuales, en el lanzamiento de los tres primeros libros de la primera serie de la "Colección Librepensamiento: Espiritismo para el siglo XXI" y, por supuesto, en la organización del próximo congreso internacional de CEPA, que estaba previsto que se celebrara en 2020.
Fue debido a las dificultades derivadas de la pandemia y de las incertidumbres que rodean la perspectiva de un escenario de retorno a la normalidad, que el Consejo Ejecutivo de CEPA decidió posponer el XXIII Congreso Espírita de CEPA, que ahora se celebrará del 8 al 12 de octubre de 2021. Se trata del primer evento que es efectivamente de carácter mundial, ya que CEPA dejó de ser una institución panamericana, y que debido a las condiciones sanitarias y las incertidumbres sobre el control de la pandemia Covid-19 se llevará a cabo de manera virtual.
La Comisión Organizadora, formada por compañeros vinculados a CEPA en España, presidida por David Santamaría, del Centre Barcelonès de Cultura Espirita, fue retada a reinventarse para organizar un evento con características innovadoras.
Con el apoyo del Consejo Ejecutivo de CEPA, se están tomando todas las providencias para garantizar a los participantes una plataforma conocida, de fácil acceso, para que puedan acompañar todas las actividades previstas en la programación de este XXIII Congreso. CEPA tiene la firme intención de celebrar este Congreso virtual con el mismo entusiasmo y dedicación como si de un evento presencial se tratara. Finalmente, están previstas varias mesas redondas, paneles y conferencias, así como actividades artísticas y culturales, que tratarán el tema central del Congreso desde el enfoque de diversas materias, conducidas por estudiosos espíritas laicos y librepensadores, procedentes de países de América, y Europa, que aportarán sus contribuciones a partir de diferentes áreas del conocimiento y de la investigación.
Si bien es cierto que el formato virtual no proporciona el deseado e insustituible intercambio de abrazos y afecto, solo posible en la dimensión presencial, puede ofrecer la oportunidad de ampliar en gran medida la participación de muchos compañeros espíritas que, debido a los límites derivados de las condiciones físicas, obligaciones con el trabajo y el estudio o incluso económicas, tan afectados en tiempos de crisis, no podrían ir a España para participar en el XXIII Congreso. También nos permitirá la oportunidad de celebrar virtualmente los 75 años de existencia de CEPA, una historia centrada en el estudio y la defensa del espiritismo genuinamente kardecista, laico, progresista y librepensador.
Por lo tanto, todos deben inscribirse desde ahora mismo y reservar sus agendas para que entre el 8 y el 12 de octubre puedan estar virtualmente conectados a este encuentro imperdible con la cultura y la filosofía espírita.
Jon Aizpúrua
Ex-presidente de CEPA (1993/2000) y actual Asesor de Relaciones Internacionales
En estos años que corren del siglo XXI hemos venido apreciando ciertos cambios de singular relevancia que se están produciendo en numerosos y variados sectores del movimiento espírita internacional. Cambios de mentalidad, de actitud y de disposición para el encuentro y el diálogo que se expresan de diversas maneras y que consiguen notable resonancia en virtud de las enormes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación virtual, las cuales se han multiplicado en su empleo alrededor del planeta como consecuencia de la pandemia que azota a la humanidad desde los inicios de 2020.
Seguramente se han realizado en un año más conferencias, congresos, simposios o encuentros convocados para examinar asuntos culturales, históricos, filosóficos, científicos o éticos desde la óptica espírita, que en las dos décadas precedentes. Las ventajas que se derivan de estas reuniones virtuales, especialmente por la considerable reducción de costos y la comodidad de recibir la información desde el hogar, se traducen en un efecto democratizador en cuanto a una más amplia y plural participación de expositores, los cuales pasan a ser mucho más conocidos, y en que las ideas fluyen con mayor libertad y alcanzan a públicos que antes eran casi inaccesibles.
Con inocultable satisfacción hemos de destacar que estos eventos espíritas celebrados en diversos países de América y Europa, y los que están por venir, han sido concebidos como espacios abiertos para facilitar la más libre exposición de las ideas dentro de un ambiente fraterno y distendido, marcado por el respeto, la alteridad, el pluralismo y el diálogo, y en el que no tienen cabida restricciones, prohibiciones, censuras, descalificaciones o anatemas, como las que a veces son arrojadas contra quienes se han atrevido a disentir de las verdades oficiales, a expresar sus dudas o sus críticas, o a innovar con propuestas creativas.
En la misma dirección, saludamos con regocijo, la edición y circulación de publicaciones, impresas o digitales, que reivindican el derecho esencial a la libertad de información y de expresión, y ofrecen en sus páginas contenidos originales, frescos, ágiles, acerca de cuestiones humanas y sociales de actualidad, sobre las cuales tanto tiene que decir la doctrina espírita, y que marcan distancia de ese periodismo tradicionalista, lento, pesado, repetitivo, dedicado a la catequesis evangelizadora, muy lejos de la propuesta educativa humanista y transformadora que es inherente al pensamiento kardecista original.
Está en curso una revisión historiográfica del espiritismo realizada por estudiosos de apreciable rango académico e insaciable curiosidad, cuyo ánimo es el de brindar a la cultura contemporánea, y no solo a los espíritas, un conocimiento cabal de la doctrina fundada, sistematizada y codificada por Allan Kardec, y del movimiento que se generó a partir de aquellas bases. Como ya es de conocimiento público, se han venido dando a conocer noticias sobre la vida y obra de Kardec que amplían y corrigen opiniones o creencias sostenidas durante mucho tiempo, a la vez que descubren alteraciones o adulteraciones en ediciones posteriores de algunos de sus libros realizadas con la intención de suprimir o modificar conceptos de gran relevancia que dan sustento al espiritismo como una filosofía humanista y librepensadora, cuyos postulados se concretan en una moral autónoma y emancipadora, para sustituirlos por nociones derivadas de arcaicos dogmatismos religiosos.
Nuevos libros están apareciendo, cubriendo un amplio espectro temático, cuyos autores se esmeran en presentar los resultados de sus investigaciones o de sus reflexiones, siempre con la intención de reafirmar la doctrina espírita en sus principios fundamentales y adecuarlos en cuanto a lenguaje y contenidos a las demandas del pensamiento contemporáneo, en particular de los impresionantes avances científicos, y sociales, y plantear a la vez, las contribuciones que ofrece el espiritismo a la configuración de un nuevo paradigma, en tanto que filosofía espiritualista, deísta, reencarnacionista y evolucionista. La Colección Librepensamiento que acaba de ser lanzada por CEPA-Asociación Espírita Internacional, constituye una de las vigorosas y fructíferas iniciativas de los tiempos actuales.
Cambios, en fin, que saludamos con entusiasmo y que nos permiten suponer con razonable optimismo que el librepensamiento, con todo lo que esta palabra entraña como representación del legítimo derecho del ser humano a pensar y actuar con plena libertad atendiendo a los dictados de su conciencia, está conquistando y seduciendo mentes y corazones de numerosos espíritas, que, además, ya no se identifican con la versión del espiritismo hasta ahora dominante que lo ha envuelto en nebulosidades religiosas, amparadas en una pretendida autoridad divina consagrada por la vía de discutibles revelaciones mediúmnicas, y habiéndolo presentado como una ideología mística y conservadora, lo ha castrado en sus colosales potencialidades transformadoras del hombre y del mundo.
En Brasil, de lejos, el país donde el espiritismo consiguió su mayor difusión e implantación, y también en otras naciones americanas y europeas, estas manifestaciones librepensadoras se hallan en plena efervescencia, y desde la CEPA las recibimos con inocultable alegría. Con los naturales matices que distinguen a personas y grupos, se percibe un fondo común entre todos quienes reafirmamos nuestras convicciones espíritas sobre la base del corpus doctrinario establecido por Allan Kardec a partir de las informaciones ofrecidas por espíritus de singular sabiduría y moralidad, y, conscientes del carácter progresivo del espiritismo, nos esmeramos en adecuarlo en lo que se refiere a contenido y lenguaje a los avances y descubrimientos de la ciencias naturales y sociales, de la filosofía y de la cultura en general.
La CEPA tiende fraternalmente su mano amiga a todos los espíritas que se hallan en sintonía con esta mirada librepensadora e invita a un encuentro entre compañeros de un mismo ideal, a conjugar esfuerzos, a dialogar con respeto y espíritu abierto, a establecer una relación de cooperación, horizontal, desprovista de trámites burocráticos o intenciones proselitistas.
Que sea el librepensamiento, denominación muy apreciada por Kardec en su tiempo, un factor clave para estimular relaciones amables y constructivas entre los espíritas de mayor lucidez y disposición para el estudio, que fructifique en creativos intercambios de ideas, reflexiones, experiencias, búsquedas, en función del progreso del espiritismo, como doctrina y movimiento.