Ademar Arthur Chioro dos Reis

Assessor Especial da Presidência da CEPA

Desde que el mundo fue asolado por la crisis sanitaria más grave de los últimos 100 años, nuestras formas de vida han cambiado profundamente. En poco más de 18 meses, unos 180 millones de personas se han infectado con el nuevo coronavirus y casi 4 millones han muerto como consecuencia de la Covid-19 en todos los países. El dolor y la tristeza por familiares y amigos que se fueron prematuramente se extendieron por todos los hogares. Se han destruido economías, puestos de trabajo y sueños. Tiempos sombríos, profundamente difíciles, pero que también han sido escenario de gestos de solidaridad, produciendo diariamente ejemplos de altruismo y empatía, tanto por parte de los profesionales sanitarios que trabajan en primera línea como por parte de aquellos que están dispuestos a servir y a colaborar de las más diversas formas. Nunca el conocimiento científico y tecnológico ha sido tan desafiante para la producción de vacunas, dispositivos y atención médica en plazos tan ínfimos y en tal magnitud como los que hemos observado.

Cada uno de nosotros ha sido llamado a hacer su parte. Cambiamos hábitos, nos privamos del contacto cara a cara con nuestros amigos y familiares. Nos quedamos en casa, salimos lo menos posible, y cuando fue necesario utilizando mascarillas. Nuestro lema era el de colaborar de manera responsable y paciente, fomentando el distanciamiento físico. Nuestras organizaciones espíritas, por ejemplo, cerraron temporalmente sus puertas. Muchas actividades fueron interrumpidas, pero fuimos capaces de instituir otras formas de actuación y convivencia para el estudio y difusión del espiritismo.

Mientras tanto, esperamos que los laboratorios puedan aumentar la producción de inmunizantes para que sea posible, cuanto antes, vacunar a las poblaciones con cobertura suficiente para garantizar la interrupción de la transmisión del virus y promover la inmunidad colectiva. También es hora de exigir equidad, para que todos los pueblos, y no solo los que viven en los países desarrollados y más ricos, tengan el derecho y el acceso a las vacunas.

Pero mientras este momento tan anhelado de vuelta a la normalidad no llega, estamos llamados a encontrar otras formas de convivencia, de estudio y trabajo, explorando el potencial de las redes sociales y de las aplicaciones de comunicación virtual que hasta entonces utilizábamos para otros fines.

A lo largo de este periodo el Consejo Ejecutivo de CEPA, bajo el liderazgo de nuestra Presidente, Jacira Jacinto da Silva, estuvo activo y conectado, involucrado en la realización de varios encuentros y actividades virtuales, en el lanzamiento de los tres primeros libros de la primera serie de la "Colección Librepensamiento: Espiritismo para el siglo XXI" y, por supuesto, en la organización del próximo congreso internacional de CEPA, que estaba previsto que se celebrara en 2020.

Fue debido a las dificultades derivadas de la pandemia y de las incertidumbres que rodean la perspectiva de un escenario de retorno a la normalidad, que el Consejo Ejecutivo de CEPA decidió posponer el XXIII Congreso Espírita de CEPA, que ahora se celebrará del 8 al 12 de octubre de 2021. Se trata del primer evento que es efectivamente de carácter mundial, ya que CEPA dejó de ser una institución panamericana, y que debido a las condiciones sanitarias y las incertidumbres sobre el control de la pandemia Covid-19 se llevará a cabo de manera virtual.

La Comisión Organizadora, formada por compañeros vinculados a CEPA en España, presidida por David Santamaría, del Centre Barcelonès de Cultura Espirita, fue retada a reinventarse para organizar un evento con características innovadoras.

Con el apoyo del Consejo Ejecutivo de CEPA, se están tomando todas las providencias para garantizar a los participantes una plataforma conocida, de fácil acceso, para que puedan acompañar todas las actividades previstas en la programación de este XXIII Congreso. CEPA tiene la firme intención de celebrar este Congreso virtual con el mismo entusiasmo y dedicación como si de un evento presencial se tratara. Finalmente, están previstas varias mesas redondas, paneles y conferencias, así como actividades artísticas y culturales, que tratarán el tema central del Congreso desde el enfoque de diversas materias, conducidas por estudiosos espíritas laicos y librepensadores, procedentes de países de América, y Europa, que aportarán sus contribuciones a partir de diferentes áreas del conocimiento y de la investigación.

Si bien es cierto que el formato virtual no proporciona el deseado e insustituible intercambio de abrazos y afecto, solo posible en la dimensión presencial, puede ofrecer la oportunidad de ampliar en gran medida la participación de muchos compañeros espíritas que, debido a los límites derivados de las condiciones físicas, obligaciones con el trabajo y el estudio o incluso económicas, tan afectados en tiempos de crisis, no podrían ir a España para participar en el XXIII Congreso. También nos permitirá la oportunidad de celebrar virtualmente los 75 años de existencia de CEPA, una historia centrada en el estudio y la defensa del espiritismo genuinamente kardecista, laico, progresista y librepensador.

Por lo tanto, todos deben inscribirse desde ahora mismo y reservar sus agendas para que entre el 8 y el 12 de octubre puedan estar virtualmente conectados a este encuentro imperdible con la cultura y la filosofía espírita.

Jon Aizpúrua

Ex-presidente de CEPA (1993/2000) y actual Asesor de Relaciones Internacionales

La Palavra de CEPA

En estos años que corren del siglo XXI hemos venido apreciando ciertos cambios de singular relevancia que se están produciendo en numerosos y variados sectores del movimiento espírita internacional. Cambios de mentalidad, de actitud y de disposición para el encuentro y el diálogo que se expresan de diversas maneras y que consiguen notable resonancia en virtud de las enormes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación virtual, las cuales se han multiplicado en su empleo alrededor del planeta como consecuencia de la pandemia que azota a la humanidad desde los inicios de 2020.

Seguramente se han realizado en un año más conferencias, congresos, simposios o encuentros convocados para examinar asuntos culturales, históricos, filosóficos, científicos o éticos desde la óptica espírita, que en las dos décadas precedentes. Las ventajas que se derivan de estas reuniones virtuales, especialmente por la considerable reducción de costos y la comodidad de recibir la información desde el hogar, se traducen en un efecto democratizador en cuanto a una más amplia y plural participación de expositores, los cuales pasan a ser mucho más conocidos, y en que las ideas fluyen con mayor libertad y alcanzan a públicos que antes eran casi inaccesibles.

Con inocultable satisfacción hemos de destacar que estos eventos espíritas celebrados en diversos países de América y Europa, y los que están por venir, han sido concebidos como espacios abiertos para facilitar la más libre exposición de las ideas dentro de un ambiente fraterno y distendido, marcado por el respeto, la alteridad, el pluralismo y el diálogo, y en el que no tienen cabida restricciones, prohibiciones, censuras, descalificaciones o anatemas, como las que a veces son arrojadas contra quienes se han atrevido a disentir de las verdades oficiales, a expresar sus dudas o sus críticas, o a innovar con propuestas creativas.

En la misma dirección, saludamos con regocijo, la edición y circulación de publicaciones, impresas o digitales, que reivindican el derecho esencial a la libertad de información y de expresión, y ofrecen en sus páginas contenidos originales, frescos, ágiles, acerca de cuestiones humanas y sociales de actualidad, sobre las cuales tanto tiene que decir la doctrina espírita, y que marcan distancia de ese periodismo tradicionalista, lento, pesado, repetitivo, dedicado a la catequesis evangelizadora, muy lejos de la propuesta educativa humanista y transformadora que es inherente al pensamiento kardecista original.

Está en curso una revisión historiográfica del espiritismo realizada por estudiosos de apreciable rango académico e insaciable curiosidad, cuyo ánimo es el de brindar a la cultura contemporánea, y no solo a los espíritas, un conocimiento cabal de la doctrina fundada, sistematizada y codificada por Allan Kardec, y del movimiento que se generó a partir de aquellas bases. Como ya es de conocimiento público, se han venido dando a conocer noticias sobre la vida y obra de Kardec que amplían y corrigen opiniones o creencias sostenidas durante mucho tiempo, a la vez que descubren alteraciones o adulteraciones en ediciones posteriores de algunos de sus libros realizadas con la intención de suprimir o modificar conceptos de gran relevancia que dan sustento al espiritismo como una filosofía humanista y librepensadora, cuyos postulados se concretan en una moral autónoma y emancipadora, para sustituirlos por nociones derivadas de arcaicos dogmatismos religiosos.

Nuevos libros están apareciendo, cubriendo un amplio espectro temático, cuyos autores se esmeran en presentar los resultados de sus investigaciones o de sus reflexiones, siempre con la intención de reafirmar la doctrina espírita en sus principios fundamentales y adecuarlos en cuanto a lenguaje y contenidos a las demandas del pensamiento contemporáneo, en particular de los impresionantes avances científicos, y sociales, y plantear a la vez, las contribuciones que ofrece el espiritismo a la configuración de un nuevo paradigma, en tanto que filosofía espiritualista, deísta, reencarnacionista y evolucionista. La Colección Librepensamiento que acaba de ser lanzada por CEPA-Asociación Espírita Internacional, constituye una de las vigorosas y fructíferas iniciativas de los tiempos actuales.

Cambios, en fin, que saludamos con entusiasmo y que nos permiten suponer con razonable optimismo que el librepensamiento, con todo lo que esta palabra entraña como representación del legítimo derecho del ser humano a pensar y actuar con plena libertad atendiendo a los dictados de su conciencia, está conquistando y seduciendo mentes y corazones de numerosos espíritas, que, además, ya no se identifican con la versión del espiritismo hasta ahora dominante que lo ha envuelto en nebulosidades religiosas, amparadas en una pretendida autoridad divina consagrada por la vía de discutibles revelaciones mediúmnicas, y habiéndolo presentado como una ideología mística y conservadora, lo ha castrado en sus colosales potencialidades transformadoras del hombre y del mundo.

En Brasil, de lejos, el país donde el espiritismo consiguió su mayor difusión e implantación, y también en otras naciones americanas y europeas, estas manifestaciones librepensadoras se hallan en plena efervescencia, y desde la CEPA las recibimos con inocultable alegría. Con los naturales matices que distinguen a personas y grupos, se percibe un fondo común entre todos quienes reafirmamos nuestras convicciones espíritas sobre la base del corpus doctrinario establecido por Allan Kardec a partir de las informaciones ofrecidas por espíritus de singular sabiduría y moralidad, y, conscientes del carácter progresivo del espiritismo, nos esmeramos en adecuarlo en lo que se refiere a contenido y lenguaje a los avances y descubrimientos de la ciencias naturales y sociales, de la filosofía y de la cultura en general.

La CEPA tiende fraternalmente su mano amiga a todos los espíritas que se hallan en sintonía con esta mirada librepensadora e invita a un encuentro entre compañeros de un mismo ideal, a conjugar esfuerzos, a dialogar con respeto y espíritu abierto, a establecer una relación de cooperación, horizontal, desprovista de trámites burocráticos o intenciones proselitistas.

Que sea el librepensamiento, denominación muy apreciada por Kardec en su tiempo, un factor clave para estimular relaciones amables y constructivas entre los espíritas de mayor lucidez y disposición para el estudio, que fructifique en creativos intercambios de ideas, reflexiones, experiencias, búsquedas, en función del progreso del espiritismo, como doctrina y movimiento.

Dante López

Ex-presidente de la CEPA (2008/2016)

En estos días se está cumpliendo un año del momento en que nuestro planeta empezaba a tomar consciencia de la Humanidad estaba enfrentando una pandemia.

A los gobiernos les llevó dos meses desde las primeras manifestaciones en China para tomar consciencia de la gravedad de la cuestión y de la necesidad de tomar medidas extraordinarias para paliar sus consecuencias.

El miedo comenzó a hacer sentir en la población y las reacciones de los gobernantes fueron diversas. Los hubo que cerraron sus fronteras y su economía temporalmente y otros que priorizaron la economía y dedujeron que sería más perjudicial para todos detener la actividad.

No nos detendremos a analizar quienes estuvieron más atinados, porque a la luz de los resultados obtenidos, ninguno de los extremos tuvo buenos guarismos.

Los que mejores resultados obtuvieron son los gobiernos que impulsaron la conducta solidaria y disciplinada de sus ciudadanos, los que apelaron a la responsabilidad y la consciencia de la gente.

Es interesante observar, a un año de haberse iniciado el proceso, cuantas discusiones y aprendizajes tuvimos alrededor de este proceso, y de eso se trata la vida.

En uno de los extremos tenemos a los gobiernos de EE. UU. y Brasil, que priorizaron mantener la actividad económica sin la prudencia necesaria, con la idea de que el mal menor para la gente sería por ese camino. ¿El resultado? Acercándose peligrosamente al dos por mil de su población con fallecimientos por Covid. Los peores resultados.

Otros países como Argentina, en el otro extremo, cuando no, cerraron su economía por seis meses, sus escuelas y universidades por todo el año y están cerca del uno y medio por mil de fallecimientos por Covid. Pero además con tremendas dificultades económicas, un índice de pobreza que llega al 50% de la población, y un daño incalculable a los millones de niños y jóvenes en su proceso educativo.

En el medio tenemos países como Alemania, o Francia, que fueron trabajando la situación apelando a la responsabilidad ciudadana y obteniendo resultados un poco inferiores al uno por mil de su población.

Peores o mejores resultados, pero nadie se libró del flagelo.

Hasta hoy debemos lamentar el fallecimiento de unas dos millones quinientas mil personas en todo el mundo. Aproximadamente el 0,33 por mil de la población mundial.

Para ponerlo en perspectiva: Entre 1918 y 1919 se extendió a gran velocidad por todo el mundo la llamada Gripe Española: en sólo 18 meses infectó a un tercio de la población mundial y se cobró la vida de 50 millones de personas, cinco veces más fallecidos que en la Primera Guerra Mundial.

Esta tremenda pérdida significó aproximadamente un 25 por mil de la población de la tierra en ese momento. Es decir, proporcionalmente 100 veces más que ahora.

Podemos sacar algunas conclusiones a partir de estos simples datos numéricos.

Indudablemente la Humanidad ha progresado muchísimo en términos económicos, científicos, sociales y ambientales, lo que permitió que las personas tengan un nivel de inmunidad muy superior a 100 años atrás.

La calidad de vida ha mejorado sensiblemente, con acceso a sistemas de saneamiento, agua potable, gas y electricidad, con calles pavimentadas y control de residuos. Calefacción y refrigeración están bastante expandidas por los hogares de quienes tienen acceso al trabajo.

Estamos hablando de una parte importante de la población. Somos conscientes de que falta muchísimo para que este nivel mínimo de confort llegue a toda la humanidad, nos referimos en términos comparativos con la situación que se vivía hace un siglo.

La medicina está disponible en calidad y cantidad para buena parte de la población, eso se puede verificar en un aumento en el promedio de vida, que hace 100 años era de un poco más de 50 y en la actualidad sobrepasa los 70 años.

Queda demostrado este tremendo avance en la tecnología médica por la rapidez en tener disponibles una decena de vacunas contra la nueva cepa del Covid en menos de un año.

Seguramente faltan sacar muchas conclusiones acerca de cómo enfrentó cada individuo esta realidad, cómo actuaron las sociedades, los países, los gobiernos, la OMS y los Organismos Multilaterales, pero tenemos que ser conscientes de un tremendo avance en las condiciones de vida de la Humanidad en estos últimos 100 años, fuertemente marcados los límites por las dos pandemias que impactaron en el planeta.

Si a este razonamiento optimista le podemos agregar el crecimiento observado en el estudio de la espiritualidad trascendente, donde vemos un fuerte avance en la valoración de todas las disciplinas espiritualistas, y que ya, definitivamente, muchos seres humanos encuentran la espiritualidad por fuera de las religiones tradicionales, sentimos que, a pesar de todo lo que falta, tenemos que estar felices por lo alcanzado.

Faltará más compromiso participativo y solidario, para lograr que las personas que no alcanzaron los niveles mínimos de confort del siglo XXI puedan obtenerlo. Para eso necesitaremos elegir gobernantes que piensen más en la gente que en sí mismos y sus carreras políticas, que no vean al Estado como propio y se vean a sí mismos como servidores públicos.

Cada uno de nosotros, con profunda convicción espírita y sabiendo que los cambios se ven en períodos largos de tiempo, sigamos trabajando por mejorar nuestro entorno, dando el mejor ejemplo de humanidad que nos sea posible en los lugares que nos toque actuar, y sigamos luchando por lograr un mundo mejor cada día.

Milton Medran Moreira

Asesor de Relaciones Internacionales de CEPA

Allá por los años 90 del siglo pasado, visité una playa llamada Venice (Venice Beach), en el estado de California. Allí había una serie de puestos albergando a activistas, creyentes y propagandistas de las más diferentes causas. Se veía un poco de todo: gente haciendo campañas ecológicas, religiosos predicando la Biblia, gitanas leyendo las líneas de las manos y videntes prediciendo el futuro de muchas personas curiosas.

En medio de todo esto, que algunos podrían llamar un verdadero "choque de energías", también recuerdo haber visto, por primera vez, un movimiento organizado de ateos con carteles reivindicando respeto por sus ideas y distribuyendo panfletos a los que pasaban por allí.

Los ateos, en un país y en un continente donde el fundamentalismo cristiano todavía tiene un peso significativo, incluyendo fuertes influencias en la política y en las decisiones judiciales importantes de los tribunales superiores sobre costumbres, comenzaban, allí, a no ocultar sus verdaderas ideas. Protestaban contra las impregnaciones teístas de la sociedad organizada y reclamaban, más que un estado laico, un estado ateo.

Desde entonces, ha crecido mucho, en todo el mundo occidental, lo que podría llamarse la ola ateísta. De hecho, se ha vuelto de moda ser ateo. Artistas, escritores, cronistas, intelectuales, especialmente después de algunos best seller sobre el ateísmo, se animan a proclamar su no creencia en una divinidad. Pero invariablemente, cuando se refieren a Dios, lo hacen a partir de los conceptos de divinidad creados por las religiones. El dios personal judeocristiano, el dios creador de todas las cosas, que hizo todo de la nada, es el que generalmente los ateos niegan. Muchos de ellos incluso tienen convicciones, o al menos alguna simpatía por la tesis de la supervivencia del espíritu después de la muerte. Pero no pueden compatibilizar el dios de las religiones monoteístas con un esquema de vida mínimamente racional y que obedezca a leyes inteligentes, capaces de extrapolar la materia densa de la que estamos envueltos.

El espiritismo propone un concepto de Dios que va mucho más allá del creado por las religiones. Al afirmar que "Dios es la inteligencia suprema y la causa primera de todas las cosas", el espiritismo le elimina el antropomorfismo y lo presenta como la gran Conciencia Universal.

Este concepto es compatible con las tendencias de la ciencia moderna. Amit Goswami, uno de los físicos más prominentes de la actualidad, en su libro "El Universo Autoconsciente", sustenta que el Universo sería matemáticamente inconsistente sin la presencia de una inteligencia superior. Pronostica que, en este siglo, Dios dejará de ser un tema de las religiones para convertirse en una cuestión de las ciencias.

No tiene sentido reducir a Dios a una creencia. No es una cuestión de fe, impuesta por el miedo o incluso como una búsqueda de recompensa futura. Es algo (algo y no alguien), reclamado como indispensable para entender mínimamente sobre el fascinante orden que sostiene el universo.

Aún siendo uno de los principios básicos del espiritismo, la existencia de Dios, sin embargo, no es su tema central. El gran tema del espiritismo es el ESPÍRITU, definido en la pregunta número 23 de El Libro de los Espíritus, como el "principio inteligente del universo".

Con mucha propiedad, y con el objetivo de eliminar definitivamente del espiritismo la condición de una creencia, centrada en la divinidad concebida por las religiones monoteístas, Jaci Regis, que nos dejó el 13 de diciembre de 2010, desencarnó proponiendo que el espiritismo se convirtiera en la verdadera "ciencia del alma", porque ahí está el objeto esencial de su propuesta de conocimiento.

El día que tengamos un sólido conjunto probatorio de la realidad del espíritu, de su supervivencia después de la muerte y de su esencialidad como el verdadero agente de la conciencia humana, estaremos allanando el camino para la comprensión de las conciencias sobrehumanas y, por lo tanto, a una Conciencia Universal, sobre la cual no se pueda concebir ninguna otra inteligencia.

UN NUEVO CICLO SE INICIA

¿Sería el 2020 un año para olvidar?

Con referencia al tiempo, estamos plenamente convencidos que: ¡Pasa rápido! Todo pasa en esta vida, la energía, la belleza, la juventud. Pasan las alegrías y los éxitos, pero también la oscuridad. Cada momento es valioso ¡lo que hace que la vida sea una oportunidad en plenitud!

Cuando cambiamos el año, generalmente exteriorizamos muchos votos de alegría, éxito, vida y salud a aquellos a quienes amamos, pero es posible que nunca lo hayamos hecho con tanto énfasis y emoción como lo hacemos ahora, en el umbral de 2021.

Mucha gente continúa todavía contagiada por un sentimiento extraño, inaudito y escéptico: "Dios mío, ¿hasta cuándo?" El Consejo Ejecutivo de CEPA manifiesta aquí la esperanza de que todos los lectores ¡vivan una experiencia maravillosa, positiva y muy productiva en 2021!

Uno entiende perfectamente la tristeza, el malestar, la dificultad de vivir un cambio de año en condiciones tan diferentes. Siempre festejamos la llegada de un nuevo año, celebramos los logros y queremos permanecer firmes, libres y exitosos en el nuevo periodo, pero esta vez todo fue muy anormal. Parecería que nuestro deseo sería decir: "Ok, 2020, qué bueno haberlo superado; por favor, quédese atrás, borrémoslo de nuestra memoria. ¡Será muy bueno adentrarse en el 2021; que vengan nuevos proyectos, descubrimientos, cambio de rumbos!

De hecho, 2020 no fue un buen año para nadie, ni siquiera para aquellos que sobrevivieron a la enfermedad, ni para aquellos que lograron convertir la pandemia en una oportunidad para ganar dinero; No, no vivimos en torno a nuestros intereses exclusivos. Por mucho que el egoísmo siga siendo un rasgo característico de la humanidad terrena, todos nos hemos visto afectados por millones de muertes en un solo año, muchas personas con secuelas, muchas otras arruinadas financieramente. Somos al mismo tiempo agentes y pacientes de las acciones humanas, por lo que un acontecimiento de proporción mundial como éste realmente nos produce un impacto a todos. En menor o mayor grado, todos hemos sido seriamente afectados. El aislamiento social que nos impusimos fue un efecto de alcance general.

Sin embargo, un sinfín de oportunidades ha surgido para el mundo. La gente aprendió el significado del distanciamiento obligatorio, tuvieron que reinventarse en soledad, descubrieron nuevas formas de producir y obtener ingresos, se adaptaron a las tecnologías, permanecieron más en casa, renunciaron a los vehículos de motor, leyeron más, vieron más películas, produjeron más. Sin duda pasará, porque todo pasa en la vida, pero no habrá dejado solo rastros de dolor.

Tal vez en el futuro podamos examinar esta etapa y concluir que fue una experiencia, no solo dolores, no solo logros. Un periodo que nos marcó, vivido intensamente por algunos, demasiado sufrido por otros, marcado por tragedias, insensateces, corrupción y muertes. Pero por otra parte, también ha habido avances. Inexorablemente recordaremos que muchas obras positivas se computaron en este tiempo de pandemia, si bien es cierto que la solidaridad ganó un protagonismo absoluto.

La filosofía espiritista nos enseña que cada instante es una oportunidad única y que la vida es una dádiva para el espíritu en crecimiento, por lo que estamos agradecidos de haber pasado por una víspera más de año nuevo, como si el Universo nos estuviera otorgando la oportunidad de conseguir un poco más, ser más útiles, crecer, en fin.

Digamos, pues, muchas gracias a 2020 por todo lo que nos permitió ver y aprender; por haber resistido, por haber crecido ¡Empecemos 2021 con la esperanza de ser un poco mejores!

Jacira Jacinto da Silva

Abogada, Presidente de CEPA – Asociación Espírita Internacional

Ser un niño, es tener la libertad de vivir la infancia con calidad. Ser un niño, es tener derecho a una vivienda adecuada, a una alimentación saludable y a una buena educación. Ser un niño, es poder ser amado, protegido y feliz. Tan simple como eso.

Isa Colli.

Fue el 20 de noviembre de 1989 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño – CDN, que entró en vigor en septiembre de 1990, con el objetivo de promover la protección del niño. Ese mismo año, el 13/07/1990, Brasil sancionó el ECA - Estatuto de la infancia y de la adolescencia, una de las primeras leyes del mundo para adaptar y regular los principios de la Convención sobre los Derechos del Niño, que fue ratificada por 196 países.

Uno se podría cuestionar el motivo de tantas y nuevas leyes; después de todo, ya existe la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cada país tiene su propia Constitución Federal, o su principal Estatuto legislativo, contemplando los derechos vigentes para ese pueblo en ese momento. Pero estos preceptos legales habituales, por regla general, no logran sus objetivos y la población termina eludiéndolos, de modo que aunque son importantes y aplicables, son ignorados. Por supuesto, cada país tiene sus peculiaridades e incluso hay niveles muy diferentes de tolerancia a la desobediencia.

Esto da lugar a legislaciones específicas, que tratan de un tema único, como la protección del niño, el delito de racismo, la protección del medio ambiente, los derechos de los ancianos, la protección de los datos personales, etc. En resumen, esas legislaciones especiales no serían necesarias si las personas no incumplieran los mandatos generales.

El hecho es que 196 países han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño, firmada por las Naciones Unidas hace 31 años.

Si bien sabemos de las limitaciones existentes en la legislación humana, sus defectos, sus sesgos, sus motivaciones -a menudo particulares e indignas-, todavía podemos decir que sin ella estaríamos en peores condiciones. Es la legislación humana la que garantiza, mínimamente, la convivencia social..

La renovación de las leyes también tiene sentido si nos fijamos en la respuesta a la pregunta 763 de El Libro de los Espíritus, que dieron los espíritus: "Sólo las leyes divinas son eternas; las humanas cambian con el progreso, y continuarán cambiando hasta que hayan sido puestas en armonía con aquellas".

En el mismo sentido es la respuesta a la pregunta 616: "Los hombres están obligados a modificar sus leyes, por ser ellas imperfectas" . Y refiriéndose a la pregunta 697, que trata de la indisolubilidad absoluta del matrimonio, los espíritus respondieron: "Se trata de una ley humana muy contraria a la ley natural. Pero los hombres pueden modificar sus leyes; sólo las de la Naturaleza son inmutables.”

Y no tendríamos que añadir nada más para convencernos de que las leyes humanas son transitorias, divergentes, impotentes para resolver los conflictos humanos, aunque apropiadas a la cultura de cada pueblo.

También vale la pena resaltar el último párrafo del texto contenido en el ítem. 521:

(…)

En los pueblos, las causas de atracción de los Espíritus son las costumbres y hábitos, el carácter dominante y las leyes, las leyes sobre todo, porque el carácter de una nación se refleja en el conjunto de sus leyes. Haciendo reinar en su seno la justicia, los hombres combaten la influencia de los malos Espíritus . (…). [Las negritas son de mi autoría] (Libro Segundo - Capítulo IX).

La tendencia mundial a proteger a los niños y adolescentes, garantizándoles una formación digna, educación, vivienda, estudio, salud, cultura, ocio y todos los cuidados necesarios para su buena formación, concuerdan perfectamente con la lección espiritista que se encuentra en El Libro de los Espíritus que trata sobre el retorno del espíritu a la vida corporal, como se puede ver a continuación:

La infancia tiene todavía otra utilidad. Los Espíritus sólo ingresan a la vida corporal con el objeto de perfeccionarse, de mejorar. La debilidad de los primeros años los torna flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y de aquellas personas que deben hacerlos progresar. Es entonces cuando resulta posible reformar su carácter y reprimir sus malas inclinaciones. Tal es el deber que Dios ha puesto en manos de sus padres, misión sagrada por la que tendrán que responder. Así pues, la infancia no sólo es útil, necesaria, indispensable, sino que además constituye la consecuencia natural de las leyes que Dios ha establecido y que rigen el Universo. 1

Sin embargo, hay quienes consideran un error el Estatuto de los Derechos de los Niños y de los Adolescentes, atribuyéndole una protección excesiva y muchos derechos sin la correspondiente lista de obligaciones.

En Brasil, para que los lectores puedan tener noción de la importancia de regular los derechos a las llamadas minorías (esta denominación sólo se destina a clasificar a las personas excluidas de la atención y de los derechos dedicados naturalmente a los demás), en 1990 tuvimos aproximadamente el 20% de los niños y adolescentes fuera de la escuela - en 2017 este porcentaje se redujo al 4,7%; en 1990 el 13,4% de ellos se hallaban en estado de desnutrición crónica – en 2017 hubo un 6,7%; las muertes por cada mil nacidos vivos cayeron de 53,7 a 15,6 en este periodo y la tasa media de analfabetismo entre niños y jóvenes de 10 a 18 años disminuyó del 12,5% en 1990 al 1,4% en 2013.

Un documento de UNICEF indica que, después de la entrada en vigor del Estatuto, comenzaron las decisiones judiciales para garantizar la donación de prótesis y ortopedia por parte del Estado, aseguraron la contratación de profesores de lenguaje de signos y auxiliares para acompañar a los niños autistas y discapacitados en las escuelas públicas y ampliaron las vacantes en las guarderías. 2

Los países en desarrollo también carecen de la garantía a los derechos básicos, elementales. Lamentablemente, la corrupción y el retraso de los gobernantes impiden aún más el acceso a los bienes públicos. En Brasil, a pesar de las demandas presentadas para enjuiciar a los administradores públicos, como el Alcalde de la ciudad de São Paulo, por ejemplo, en julio de 2020 la lista de espera para plazas en guarderías en esta metrópolis tenía 22.300 niños, según datos de la Secretaría Municipal de Enseñanza.

A los espiritistas, tanto si sintonizan o no con CEPA, les compete el deber de defender los derechos de los niños y adolescentes a una educación digna. La lección espiritista nos invita a la tarea de contribuir a la mejora de las condiciones de vida para todos y especialmente para los niños y adolescentes, porque son personas que están en condiciones especiales y peculiares de desarrollo.

Analizando el valor de una existencia en la tierra, así como el gran potencial para el aprendizaje, no se puede ignorar ninguna oportunidad de inculcar valores éticos en niños y adolescentes, porque son abiertos, receptivos, disponibles para este ejercicio.

Siempre estamos luchando con las grandes dificultades en las relaciones humanas, los problemas gubernamentales, la desigualdad social, la ausencia de protección del medio ambiente y tantos otros problemas que afectan directamente la vida de todos.

Esta Palabra de CEPA pretende invitar a los lectores a reflexionar sobre la responsabilidad de conducir una vida humana desde sus primeras manifestaciones; no descuidar el deber de educar y educarse, porque la convivencia con un espíritu que llega al hogar es siempre una gran oportunidad de crecimiento colectivo. Además, no podría haber una manera más adecuada y esperanzadora de resolver los males del mundo que forjar nuevas cabezas, comprometidas, responsables y conscientes del deber de todos, tal como se indica en la respuesta a la pregunta 132 de El Libro de los Espíritus: … de dar nuestra contribución en la obra de la Creación.

Hay gente que busca la oportunidad de ofrecer su colaboración. No podría haber un trabajo más significativo y productivo que realizar acciones, como lo hacen ya varios grupos espiritistas, y también no espiritistas, en el área de la educación. La incorporación a los movimientos sociales que luchan por la dignidad de la educación pública, libre, laica y gratuita, abrirá un campo de trabajo inagotable y extremadamente valioso.

El mundo necesita muchísimo de este trabajo calificado, que exige dedicación, esfuerzo y perseverancia en busca de la mejor educación. Especialmente los espiritistas, conocedores del valor de una buena formación para la individualidad del espíritu, tienen muchas razones para trabajar en esta causa.

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1 El Libro de los Espíritus , capítulo VII del “Libro Segundo” VI.- De la infancia. Ítem. 385, parte final.

2 QUEIROZ, Cristina y CHAVES, Léo Ramos. Revista FAPESP, núm. 296, p. 37.

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