Jacira Jacinto da Silva
Presidente de la CEPA - Asociación Espirita Internacional

Queridos y queridas, pasamos tres días juntos y ¡fue extremadamente positivo!

Todo pasa en esta vida y nuestro coloquio también se va ...

Sin embargo, el balance no pudo ser mejor.

En primer lugar, tenemos que reconocer que sabemos mucho menos de lo que necesitamos saber. Estas jornadas de estudio son oportunidades especiales que, bien aprovechadas, sirven a quienes verdaderamente buscan conocer el Espiritismo y vivir de acuerdo con sus postulados.

Ante tantos ataques a la Teoría Espírita, intencionados o no, pasar tres días debatiendo su contenido con pensadores de alto nivel, comprometidos con la más auténtica y legítima honestidad intelectual, es un placer para todos nosotros. También significa una importante evolución del conocimiento.

Desde el día en que Leon Hipollyte Denizard Rivail cuestionó la posibilidad de que un objeto diera respuestas inteligentes a las preguntas propuestas, la humanidad comenzó a acceder a nueva información de la dimensión espiritual, demasiado impactante y suficiente para promover una verdadera revolución en el conocimiento humano.

Arthur Conan Doyle llamó a este momento histórico la “invasión organizada”. En efecto, saber que somos espíritus inmortales en constante crecimiento y que tenemos diferentes cuerpos en sucesivas encarnaciones, implica una completa inversión del pensamiento imperante en la época, que seríamos un cuerpo y tendríamos un alma, cuyo destino después de la muerte física sería cielo o infierno dependiendo del juicio divino.

Este punto de partida suscitó numerosas dudas, desveló un horizonte de innumerables interrogantes y disparó la búsqueda de más conocimientos. Después de más de siglo y medio, se abrieron muchas grietas que arrojaron luz sobre el oscurantismo entonces imperante; sin embargo, la vida que llevamos, basada en el egoísmo y todas las perversas consecuencias derivadas de esta gran adicción, señala la etapa primaria dominante en nuestros días.

No me refiero a otros; no reflexiono sobre lo que los religiosos, los filósofos, los agnósticos y los ateos no son capaces de hacer. No, queridos compañeros, mi conciencia me obliga a hablar de una humanidad carente de amor, desprovista de solidaridad y de todas las virtudes necesarias para reconocer que es imposible construir un estado de felicidad, apuntando sólo a sus propios intereses. Nosotros, es el pronombre más adecuado para expresar quiénes son los seres humanos que aún no han asimilado ni siquiera la frase atribuida a Jesús de Nazaret, quien la habría dicho hace siglos, dos mil años, indicándonos que hagamos por los demás lo que queremos que ellos hagan por nosotros.

¿Qué haremos con los conocimientos adquiridos en estos tres días de estudio? Todos los temas fueron trabajados con maestría y podrían conducir a alguna mejora en nuestra vida y en nuestro mundo si sabemos transformarlos en actitudes.

Kardec organizó los pilares que sustentan el Espiritismo, sin embargo, es nuestro papel construir el edificio, estudiando, trabajando, actuando, transformando el dolor en alegría. Ese es el gran desafío. Saber hacer, porque en el siglo XXI vivimos atormentados por el hambre, la guerra, la enfermedad, la violencia, el abandono y la indignidad, la marginalidad, los vicios, la discriminación, la destrucción, el irrespeto, etc.

Evidentemente, esta situación de tantas injusticias sociales revela una paradoja, ya que en 1857, 90 años antes de la DUDH, el espiritismo abogaba por la defensa de los derechos fundamentales, asegurando, en particular, el respeto a los derechos humanos. De aquí podemos deducir su característica vanguardista.

Teniendo en cuenta el tiempo de existencia de la humanidad, el Espiritismo sería un recién nacido; sin embargo, si pensamos que en 20 años hemos experimentado un avance tecnológico extraordinario, concluiremos que ya hemos vivido lo suficiente para producir mejores resultados con esta gigantesca, innovadora y vanguardista filosofía.

Seguros de la existencia de Dios, no como alguien que juzga y condena, sino como el amanecer de un nuevo día por la fuerza de la energía que, al nacer el sol, ilumina y da vida; convencidos de la supervivencia del alma y de la posibilidad de la comunicación mediúmnica; conscientes de la ley de la evolución en este y otros mundos y principalmente entendiendo la reencarnación como una gran y misericordiosa oportunidad de aprender y crecer siempre, podemos hacer mucho más.

Iniciamos nuestro I Encuentro Euroamericano con la presentación de una hermosa obra de arte, diciendo que “vale la pena saber que se puede”, proponiendo “esperanza” y advirtiendo que “si nunca se intenta nunca se consigue”.

Tenemos que soñar, confiar, vivir diariamente la utopía que nos haga dar un paso adelante. Creyendo que se puede y dedicando energía para lograrlo; por eso emprendimos este viaje y no podemos regresar sin equipaje.
Ciertamente, no nos hemos detenido a reflexionar sobre el escenario de barbarie e ignorancia en el que nos encontramos. La información de que el planeta tierra está más cerca de los mundos primitivos que de los mundos felices, celestiales y divinos, tiene mucho sentido en este resumen actual, de dolor y sufrimiento, en el que somos incapaces de sensibilizarnos con el dolor del semejante.

Qué pensar de un mundo en el que una mujer declara en una conversación trivial, tener 30 labiales nuevos, en caja, sin abrir. En el mismo contexto, una institución filantrópica dedicada a minimizar la injusticia social le pide un aporte mensual, equivalente al valor de un labial, pero su respuesta es que “no puede” y, de hecho, no se compromete. ¿Qué mundo es este?

¿Cuántos de nosotros hemos estado reflexionando sobre nuestro verdadero papel en esta vida? No estamos todos aquí para hacer lo mismo, pero sí, todos vinimos a trabajar por un objetivo común: la transformación del planeta en un mundo más justo, más solidario, más digno, mejor, etc.

Hablamos de la empatía, la producción de felicidad, la necesidad de paz, el respeto por el avance científico, la salud de la humanidad y tantos otros temas valiosos e importantes para la evolución; sin embargo, en nuestra vida cotidiana somos refractarios a estos nobles sentimientos. Para sostener la alteridad y el respeto, nos toca escuchar al otro, darle voz, considerar verdaderamente su opinión, y no pretender que solo acepta nuestro punto de vista, o despreciarlo cuando no está de acuerdo con nuestra opinión.

No olvidemos el objetivo del espiritismo, promover la transformación de la humanidad, según Kardec en El Libro de los Médiums. Podemos comenzar, como se sugirió en este coloquio, por reconocer que todos somos diferentes y que no tenemos el mismo nivel de comprensión.

Así, queridos compañeros, estamos terminando esta hermosa jornada, en la que mucho se ha dicho, con un esfuerzo extraordinario de todos.

Creo que se nos ha concedido una oportunidad muy importante de estudio, de reflexión, de intercambio y de amistad. Son gestos generosos que en sí mismos tienen una connotación pedagógica; después de todo, dedicar un fin de semana entero a la discusión de temas relevantes y actuales, también es una donación.

Muchas gracias a todos. Inmenso agradecimiento a los compañeros que no se dieron por vencidos, mirando, aplaudiendo y haciendo preguntas. Ciertamente trajeron una gran colaboración que necesitamos absorber, reproducir, hacer cumplir en nuestra vida diaria.

Extendemos también nuestro agradecimiento a los expositores, recordándoles que están fomentando, al mismo tiempo, nuestra superación intelectual y el avance de CEPA.

Quizás podamos mejorar aunque sea mínimamente, nuestro estilo de vida en la rutina diaria, tratando de practicar la ética, la tolerancia, el compartir, el respeto a la diversidad.

Hombres, mujeres, población LGBTQI+, negros, blancos, amarillos, con o sin discapacidad física, con más o menos dinero, jóvenes o viejos, todos somos viajeros, con tiempo indefinido para volver, pero muy seguros de que no podremos llevar ningún bien material en nuestro equipaje.

Una vez más, nuestro inmenso agradecimiento a todos los que contribuyeron a la realización de este encuentro, técnicos, traductores, presentadores, asistentes, conferencistas y artistas.

Una vez más felicito y agradezco a los organizadores: Mercedes, David, Rosa, Juan, Nieves, Antonio e Pura, pelo extraordinario e inmejorable trabajo desarrollado a muy corto plazo. Muchas gracias, queridos.

Disfrutemos pronto de otra obra de arte. Después, debemos descansar y seguir reflexionando hasta nuestro próximo encuentro, cuando avanzaremos un poco más en nuestros descubrimientos intelectuales.

CEPA manifiesta su inmensa y eterna Gratitud para con todos.
Un abrazo de mi parte, muy cariñoso. Muchas gracias a todos.

Ademar Arthur Chioro dos Reis

Asesor Especial de la Presidencia de CEPA

Transcurridos más de dos años de la eclosión de la pandemia de Covid-19, que ya ha causado 509 millones de casos y 6,2 millones de muertes en todo el mundo, poco a poco la vida comienza, finalmente, a ganar aires de normalidad.

Sin embargo, el marco sanitario internacional sigue estando marcado por muchas incertidumbres. A mediados de abril, se registraron muertes por Covid en 66 países, con cifras significativas en Rusia, Corea del Sur y Tailandia. La Organización Mundial de la Salud considera que la pandemia todavía no ha terminado y advierte de la necesidad de enfrentar la iniquidad y ampliar la cobertura de vacunación para que al menos el 85% de la población de cada país reciba las dosis necesarias de la vacuna. Sin embargo, hasta la última semana de abril, solo el 15,4% de las personas que viven en países de bajos ingresos recibieron al menos una dosis de la vacuna, generando una situación de inseguridad sanitaria, ya que existe la posibilidad de desarrollar nuevas variantes.

Tan pronto como surgió la pandemia, CEPA buscó rápidamente adaptarse a los nuevos desafíos. Utilizando de forma precoz e intensiva aplicaciones de comunicación social, promovió numerosos eventos, culminando con la realización, de manera virtual, en 2021, de su Congreso Internacional, brillantemente presidido por David Santamaría, del Centro Barcelonés de Cultura Espírita. Difundió, también, seis libros de la primera serie de la "Colección Librepensamiento: Espiritismo para el Siglo XXI", disponibles gratuitamente en el sitio web de CEPA en cuatro idiomas (portugués, español, inglés y francés).

Tras la abrumadora ola provocada por la variante Ómicron, que provocó una nueva explosión de casos, aunque se registraron menos muertes debido a la vacuna, se observa, finalmente, en muchos países, una regresión de la enfermedad y el relajamiento de medidas de distanciamiento físico. Con esto, la mayoría de las organizaciones espíritas vinculadas a CEPA, observando las normas sanitarias, retomaron progresivamente sus actividades presenciales.

Sin prejuicio de las actividades virtuales, que permiten conectar, de forma rápida y bajo costo, a espíritas en todos los rincones del planeta, la reanudación de las actividades presenciales posibilita que nuestras instituciones puedan cumplir un papel esencial en este momento tan delicado.

El futuro es para muchos angustiante e incierto, ya que proyectos de vida fueron interrumpidos por la pandemia y las pérdidas personales han sido inmensas. La crisis económica alcanzó duramente a la población en la mayoría de los países. Muchos abandonaron los estudios, perdieron empleos, se empobrecieron. Otros, que sobrevivieron a la enfermedad, todavía lidian con sus complicaciones y vieron sus fuerzas físicas comprometidas, requiriendo cuidados permanentes.

Es necesario considerar, sobre todo, el impacto sobre la salud mental, en particular aquellos que han vivido el aislamiento, el miedo a la muerte y que han perdido familiares y amigos. Muchos buscaron alivio en el alcohol y en las drogas. El aumento de trastornos mentales es una realidad. Más allá de la pérdida económica, lidiar con la muerte de seres queridos ha sido angustiante para muchos. Las dudas sobre lo que sucede después de la desencarnación, el destino de los seres queridos que se fueron, sobre la vida en el mundo espiritual, y otros temas en los que la filosofía espírita tiene una enorme contribución para la sociedad, hacen que las instituciones espíritas sean llamadas a cumplir un papel esencial en este momento de crisis existencial que sigue al de la crisis sanitaria.

Preceptos filosóficos espíritas, como la inmortalidad del alma, la evolución infinita y la reencarnación, pueden contribuir a una reconfortante y productiva educación "para" y "sobre" la muerte. El ejercicio de la mediumnidad con criterio es también fuente de conocimientos y de apoyo espiritual para los seres encarnados y desencarnados que tanto sufren en este momento.

La hora exige solidaridad y disposición para acoger a todos aquellos interesados en comprender el destino del ser, de compartir la visión espírita sobre el hombre y el mundo. El Espiritismo, más allá de ser un mensaje consolador o de la pretensión de dar explicaciones sobre todas las cosas, si se comprende a partir de una concepción secular, librepensadora, progresista y kardecista, produce una perspectiva generosa, integradora y profundamente esperanzadora del porvenir.

No podíamos dejar, finalmente, de expresar el posicionamiento de CEPA sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, que evoluciona sin perspectivas de una solución pacífica, agregando escenas de horror, estupidez y barbarie.

Repudiamos la violencia. Cualquier solución a los conflictos entre naciones debe buscarse a partir del diálogo. Estamos a favor de la paz y del entendimiento entre los pueblos, que deben obtenerse a través de vías diplomáticas. Es necesario poner fin a tanto sufrimiento, dolor y destrucción. Intereses económicos o políticos, explícitos o subyacentes, así como ninguna razón de Estado o de seguridad nacional, pueden justificar este o cualquier otro conflicto armado.

Queremos un planeta que viva en paz, donde reinen el respeto y la solidaridad. Esto sólo será posible cuando vivamos como hermanos, comprendiendo y practicando la Ley de Justicia, de Amor y de Caridad, como Allan Kardec nos enseña en El Libro de los Espíritus.

Jon Aizpúrua

Ex-presidente de CEPA (1993/2000) y actual Asesor de Relaciones Internacionales

Los espíritas estamos acostumbrados a hablar de “espiritismo” en singular, cuando nos estamos refiriendo a la doctrina fundada, sistematizada o codificada por Allan Kardec en el siglo XIX. De manera reiterada se suele decir que “el espiritismo es uno solo” y que la causa de las divergencias que suelen aparecer y reaparecer en distintas épocas hay que ubicarla en las particulares condiciones espirituales, intelectuales o morales, de cada uno de sus seguidores, ya se trate de encarnados o desencarnados, médiums o no, atribuyéndose también un peso significativo a la influencia de tendencias negativas derivadas del orgullo, los prejuicios, o las creencias derivadas del dogmatismo o del fanatismo.

Sin embargo, estamos convencidos de que sería mucho más apropiado utilizar este vocablo en plural, “espiritismos”, si deseamos abrir los ojos a lo que es ya una realidad acerca de lo que ha sucedido y está ocurriendo con la propuesta kardecista, y no apenas sucumbir a nuestros deseos. Dejaremos a un lado ahora para el propósito de nuestra exposición los sincretismos, en los que se amalgaman creencias católicas y tradiciones africanas e indoamericanas con exuberantes y heterogéneas prácticas mediúmnicas cuyos participantes no vacilan en presentarse como espiritistas, tal cual lo hacen también los integrantes de agrupaciones que se han constituido alrededor de las opiniones o enseñanzas de pretendidos Maestros o entidades espirituales superiores y que de manera explícita rechazan o subestiman la orientación kardecista. Y no nos ocuparemos tampoco del denominado “moderno espiritualismo”, muchas veces impropiamente denominado “espiritismo anglosajón”, uno de cuyos rasgos distintivos es el rechazo a la tesis reencarnacionista.

Ya de por sí, las anteriores menciones abonan mucho a favor de esa pluralidad de espiritismos sobre la cual estamos comentando, pero nuestra reflexión no va principalmente en esa línea, y sí en la de llamar la atención acerca de las numerosas y variopintas modalidades que se aprecian en el movimiento espírita mundial, sea en los grupos, sociedades, fraternidades, federaciones de ámbito nacional e internacional; también en los congresos o en las publicaciones o en las declaraciones y exposiciones de los líderes, escritores, oradores o médiums, por no mencionar las prácticas mediúmnicas en cuyo ámbito prosperan distintos criterios u ocurrencias y las diferencias se tornan abismales. La realidad objetiva es que instituciones y personas que, matices aparte, reconocen la obra de Kardec como su referencia esencial, hacen lecturas bastante dispares y en ocasiones antagónicas del mismo espiritismo y del pensamiento de su fundador.

En nuestra opinión, reconocer y asumir esta pluralidad ya es un asunto de sentido común porque los hechos la señalan con claridad. Y nos parece del mayor interés reflexionar acerca de las causas y las claves de las divergencias que separan a los espíritas. Es evidente que no hay diferencias sustanciales en lo que concierne al reconocimiento y proclamación de los postulados básicos que definen al espiritismo: Dios, espíritu, supervivencia, evolución, reencarnación, causalidad espiritual, mediumnidad, vida universal. Sin embargo, sí las hay, y muy profundas, en lo que se refiere a las concepciones, explicaciones o interpretaciones de esos principios y de sus derivaciones o aplicaciones.

Lo primero que se impone es analizar si las enseñanzas de Kardec, fruto de sus investigaciones y las orientaciones dictadas por los espíritus que le asesoraron, fueron suficientemente claras y explícitas como para haber dejado resueltas todas las cuestiones filosóficas, científicas, éticas, de orden material o espiritual, que se dispusieron a examinar siguiendo un admirable trazado metodológico. En este punto crucial podemos encontrar la raíz de las divergencias que han dado origen a varios espiritismos.

Conviene recordar que de manera insistente Kardec advirtió que el espiritismo debía avanzar con el progreso y rectificar en lo que estuviese errado, y eso es lo que procede cuando se trata de una doctrina filosófica y científica de consecuencias morales, sobre la cual sentenció que “su verdadero carácter es el de una ciencia y no el de una religión”. Acerca de muy diversas materias aclaró que había formulado algunas teorías con carácter hipotético y que por lo tanto debían esperar su confirmación en el porvenir o de lo contrario ser desechadas. Infelizmente, estas definiciones, que nos lucen claras y precisas, son sin embargo ignoradas, o interpretadas capciosamente, sometidas a un proceso de resemantización para que no digan lo que dicen y no signifiquen lo que realmente significan.

Aun así, hay que admitir que sobre determinados puntos el ilustre pensador francés no fue suficientemente explícito, incurrió en ambigüedades y contradicciones, y no consiguió rebasar los moldes de la teología cristiana ni de las nociones científicas imperantes en su tiempo. De aquí que algunos espíritas se sirven de sus opiniones para respaldar las propias, mientras que otros, con esas mismas citas, sostienen conceptos muy diferentes.

Muchos espíritas, la mayoría a decir verdad, en contradicción con el proyecto kardecista, asumen el espiritismo como una religión, o incluso como LA religión. Suponen que en las obras básicas de la codificación está dicho todo y que todo lo que está dicho allí es absolutamente cierto, indiscutible e intocable. Consideran que la misión del espiritismo es el restablecimiento del “cristianismo primitivo u original” y en consecuencia la evangelización representa la síntesis de la tarea por cumplir en el mundo. Y si al lenguaje que emplean vamos, es tan místico, edulcorado, melindroso y conservador, que supera al de cualquiera de las tantas congregaciones evangélicas que compiten por ganar adeptos en todas partes. Cuántas veces leemos o escuchamos, para nuestro asombro, que los representantes del espiritismo cristiano se presentan como “los trabajadores de Jesús” y que su labor consiste en “llevar más ovejas al rebaño del Señor”! De paso, cada día cobra más fuerza en ese movimiento una concepción desnaturalizada de Jesús, de quien dicen que no fue “ni hombre ni Dios”, ratificando así que han adoptado la tesis roustainguista del Jesús fluídico y se han apartado de la enseñanza kardecista respecto a la condición humana, enteramente natural de Jesús.

Quienes nos definimos como espíritas laicos, librepensadores, arreligiosos, humanistas, universalistas, racionalistas, plurales, progresivos y progresistas, pensamos de otra manera, nos expresamos con un lenguaje muy diferente, concebimos distintos caminos y metas para el proyecto kardecista, y por eso, estamos ubicados en otro espiritismo. No pretendemos tener la verdad, la cual por definición es imposible de asir o de aprehender en términos definitivos o absolutos. A lo sumo sería nuestra verdad. Con humildad reconocemos nuestras limitaciones, apenas compensadas por la vocación que nos impulsa hacia el estudio, al uso de la razón, a la duda y a la búsqueda del saber antes que de la creencia, y al ejercicio del irrenunciable derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión, libres de ideas supersticiosas provenientes de la cultura del pecado o de las culpas. No tenemos vocación de ovejas, preferimos sentirnos como águilas que despliegan sus alas majestuosas para volar libres hasta las alturas y divisar nuevos y más amplios horizontes.

Hacer estas precisiones en cuanto a los linderos que nos separan dentro del movimiento espírita, no solo implica reconocer una realidad por todos sabida, sino que ella puede ser asumida con espíritu sereno, con ánimo para el diálogo y disposición para el establecimiento y consolidación de un clima fraterno en las relaciones que han de primar entre los espíritas, respetando lo que cada uno, conforme a su libre albedrío, entienda o acepte. Con frecuencia se suele apuntar que “entre los espíritas es más lo que nos une que lo que nos separa” y eso es cierto si estamos haciendo referencia a los postulados centrales de la doctrina espírita, los que constituyen su núcleo duro, pero, como hemos anotado, no lo es tanto cuando se trata de definir al espiritismo y de abordar en todas sus implicaciones el análisis de cada uno de esos principios y la complejidad de sus consecuencias.

Hay espacios y momentos apropiados para que los diversos espiritismos se comuniquen, dialoguen y compartan conocimientos y experiencias. Un diálogo sin descalificaciones y al margen de la pretensión de que querer convertir a nadie. Quién sabe si un diálogo así practicado, pueda redundar en un significativo beneficio para la comprensión y difusión del Espiritismo, éste sí, en singular y con mayúscula.

Dante López

Ex-presidente de la CEPA (2008/2016)

A punto de comenzar una gira doctrinaria por diferentes países de Centro América y el Caribe y con el entusiasmo de estar cumpliendo con el cometido de llevar el pensamiento de CEPA, no podemos dejar de analizar la realidad del Espiritismo de hoy. Es poco conocido, lo que se conoce es la fenomenología mediúmnica, utilizada de muchas maneras, no siempre con métodos confiables y muchas veces se confunde al Espiritismo con la práctica de la mediumnidad. Su potencialidad como filosofía capaz de modificar conductas puede realmente sacar al ser humano de la visión de corto plazo reinante en la sociedad actual.

La Filosofía Espírita no es excluyente, cualquier persona puede comprender sus postulados, y a la vez es inclusiva, desde su visión, cada ser humano es merecedor del mayor de los respetos, porque cada experiencia es algo que yo he pasado o que pasaré. De esta manera, ser solidario con el que necesita es ser solidario con uno mismo. Nadie está exento de dificultades, sólo por esa razón vemos a nuestros hermanos humanos de manera diferente, sean de la raza que sean o tengan la tendencia que tengan.

Sin embargo y a pesar de su potencial, los espíritas no conseguimos ponernos de acuerdo sobre su carácter, y eso por sí sólo frena su avance. Hay una gran mayoría que lo pone en la dimensión de una nueva religión, otros que lo mixturan con prácticas rituales y no faltan quienes lo mencionan en sus prácticas mediúmnicas rentadas, desvirtuando su verdadera esencia.

No obstante, la potencialidad del Espiritismo sigue intacta, a la expectativa que sepamos utilizarla correctamente como herramienta del conocimiento universal, acoplado con la ciencia humana y las necesidades actuales de la humanidad.

He visto en jóvenes espíritas transformar su angustia existencial en esperanza y su tristeza en optimismo al comprender el funcionamiento de las leyes de Dios, y me gustaría que todos tengan esa posibilidad, es una herramienta para la vida y daría a las nuevas generaciones elementos para aplacar el consumismo y el hedonismo, valorizando los sentimientos y el intercambio solidario.

En otro orden de cosas, no sería conveniente un Espiritismo institucionalizado, sino con organizaciones que sirvan para acercar afectivamente a las personas, estudiando y transmitiendo experiencias y métodos de trabajo que se enriquezcan mutuamente. Un Espiritismo institucionalizado corre el riesgo de seguir el camino de las religiones: transformarse en un fin en sí mismo y dejar de ser un medio para ayudar a construir un mundo mejor.

[Publicado no AMÉRICA ESPÍRITA - ANO XIV - N° 153 - OUTUBRO 2011 ]

Milton R. Medran Moreira

Asesor de Relaciones Internacionales de CEPA

¡Fue bueno haber participado de este desafío!

Hay doctrinas que ven la vida del ser humano en la tierra como puro fenómeno biológico, producto del acaso. Hay otras - y estas han dado forma a las creencias y a toda la cultura occidental desde el advenimiento del cristianismo - que la interpretan como la resultante de una maldición divina, resultado del pecado original, cometido por una supuesta primera pareja en el Paraíso.

Para los primeros, todo el progreso alcanzable por el ser humano se da en el contexto de la vida material, porque en ella se agota la existencia. Ya para aquellos que sustentan la fe cristiana, el paso del espíritu por el planeta es, necesariamente, un período de sufrimiento y resignación, pasado el cual será alcanzada o la bienaventuranza eterna o la eterna condenación.

El Espiritismo, a diferencia, contempla las sucesivas encarnaciones humanas como etapas imprescindibles para el crecimiento del espíritu inmortal. Este, sometido, desde su condición originaria de "simple e ignorante" (pregunta 115 de El Libro de los Espíritus), a un proceso continuo de aprendizaje y perfeccionamiento, debe afrontar cada encarnación como una oportunidad única para "hacer su parte en la obra de la creación", como lo expone la pregunta 132 de El Libro de los Espíritus. Lo que los espíritus, allí mismo, clasificaron como "expiación y misión", inherentes a la encarnación de los espíritus en la Tierra, se puede sintetizar en una sola palabra: "desafíos".

La vida del individuo en una comunidad terrenal, en el proceso continuo en busca de la mejora de sus condiciones existenciales y de su perfeccionamiento, está hecha, toda ella, de desafíos que, superados, promueven el crecimiento.

El XXIII Congreso de CEPA, celebrado por primera vez en el transcurso de los 75 años de esta institución, en formato digital, fue muy feliz en la elección de su temática central: "El Espiritismo ante los Desafíos Humanos".

La palabra "desafío", colocada en el título del gran evento en el que participaron más de 800 personas de 27 países diferentes de Europa y de América, reconoce el planeta en el que todos estamos reencarnados, no simplemente como "un mundo de pruebas y expiaciones", una expresión que podría llevar al intérprete contemporáneo a deducciones doctrinarias cercanas a la idea de reencarnación-castigo, sino, fundamentalmente como "un mundo de desafíos".

No reencarnamos para pagar pecados, sino para crecer ante el siempre necesario sobrevenir de mayores desafíos, en el infinito proceso de la progresión moral e intelectual al que estamos incorporados y que son paulatinos en cada experiencia encarnatoria del espíritu.

Fue muy feliz CEPA en la elección de su temática congresual, brindando oportunidad al segmento espírita del mundo al enfrentamiento de las grandes cuestiones de nuestro tiempo, a partir de su concepción filosófica, optimista y progresista.

La crisis que se abatió sobre la comunidad mundial trajo nuevos y grandes desafíos para cuya superación se han evidenciado insuficientes los caminos ofrecidos por el nihilismo materialista y por el dogmatismo religioso.

No todos los grandes temas de nuestro tiempo estaban en la agenda del siglo XIX y que inspiraran a Allan Kardec a su rico diálogo con los espíritus en las 1.019 preguntas propuestas por él a sus nobles interlocutores espirituales, en el formato de El Libro de los Espíritus.

Algunas de ellas apenas comenzaban a desafiar el mundo en transformación vivido por el fundador del espiritismo. Dos grandes guerras, avances extraordinarios de la ciencia, cambios de hábitos, nuevas perspectivas filosóficas y sociológicas acerca del ser humano y de sus comunidades, mayor concienciación que implica el desgaste y la finitud de recursos naturales... ¡tantos desafíos de nuestro tiempo!

Afrontarlos y discutirlos a partir de las ideas filosóficas fundamentales del espiritismo, tales como la inmortalidad del espíritu, su comunicabilidad y evolución, fue el objetivo del Congreso de CEPA, exitosamente realizado, desde una perspectiva eminentemente espiritualista pero laica; con los ojos puestos en sus principios fundamentales, pero progresistas; utilizando las ideas políticas, sociales y conductuales contemporáneas, pero teniendo presente vívidamente los valores perennes ratificados por Kardec y los espíritus en las obras básicas.

El Congreso de CEPA programado para 2020, pero realizado en 2021, debido a una grave pandemia que acaeció en el mundo de nuestro tiempo, será, por todo ello, y notoriamente por haber enfrentado los desafíos que 2020/2021 trajeron al mundo, un evento notable, destinado a ser destacado en los anales de la historia del espiritismo.

Reconozcamos: ¡haber participado en este desafío fue una gran experiencia en la trayectoria individual de cada uno de nosotros!

Jacira Jacinto da Silva

Abogada, Presidenta de CEPA – Asociación Espírita Internacional

El Congreso de CEPA 2020 se celebrará con un año de retraso, ¡pero será especial!

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