Ex-presidente de la CEPA (2008/2016)
Conocemos varias características de Allan Kardec como Fundador de la Doctrina Espírita: Sabemos que era meticuloso en sus análisis, preciso en sus observaciones, honesto y serio en su trabajo, dedicado hasta el cansancio para lograr sus objetivos.
En este pequeño artículo quiero hacer foco en el trayecto que llevó al Profesor Rivail hasta allí, porque más allá de sus capacidades personales, que seguramente encontraron cobijo en su familia, se comenzaron a desarrollar en el Instituto de Pestalozzi en Iverdon, Suiza.
Johan Heinrich Pestalozzi, que en su juventud estudió Teología para iniciarse en el sacerdocio, lo abandonó prontamente, y luego conquistado por la teoría de Jean Jacques Rousseau acerca de la necesidad de adecuar la educación de los niños a las nuevas tendencias.
Planteaba Rousseau que la civilización estaba yendo en contra de lo natural, y que era necesario crear nuevos modelos educativos a partir de la observación y comprensión de la naturaleza. Este hallazgo conmovió y motivó profundamente a Pestalozzi, impulsándolo a trabajar en nuevos métodos de formación para los niños a través de la educación.
Hay que destacar que Rousseau fue uno de los primeros de dejar de considerar al niño “un adulto en miniatura”, por lo que no era tratado con la ternura y comprensión necesarias para su edad. El gran pensador francés logró captar la necesidad de virar esa perimida forma y comenzar a ver la necesidad de contención, afecto y acompañamiento que necesita en sus primeros pasos.
El entorno que encuentra el niño Hippolyte, cuando a los 10 años, en 1814 ingresa al Instituto de Pestalozzi, es absolutamente diferente a lo conocido hasta el momento para un establecimiento educativo.
Allí se educan niños de distintas nacionalidades y religiones, en un ambiente de trabajo agradable, a la vez dulce y severo, donde las tareas se realizan al aire libre tanto como en las aulas, y la convivencia entre maestros y alumnos es armoniosa y disciplinada.
En cuatro años un adelantado Hippolyte ayuda a sus compañeros más atrasados, y muchas veces asume el reemplazo de su maestro con motivo de los viajes que Pestalozzi hace para crear nuevos Institutos.
Las capacidades del discípulo sumadas a los avanzados métodos de educación marcan profundamente el futuro inmediato de Rivail, transformándolo en un pedagogo convencido de la necesidad de darle un nuevo aire a los entonces vetustos métodos de educación basados en la memorización y la disciplina férrea de los sacerdotes y los militares, que eran hasta entonces los principales responsables de la educación.
Aunque formado en un Instituto privado de educación, Rivail comprende rápidamente la necesidad de ampliar los alcances de la Educación Pública, una verdadera revolución en ese momento en que había un gran porcentaje de la población analfabeta.
Lucha desde sus 20 años para impulsar nuevos métodos de enseñanza y la ampliación de la cantidad de educandos, transformándose en un hombre público que defiende sus postulados a través de trabajos bien documentados como su “Plan propuesto para el mejoramiento de la Educación Pública” defendido en las Cámaras de Representantes hacia el año 1828, con apenas 24 años.
Defiende ardorosamente la idea de formar maestros y profesores de dedicación exclusiva, comparándolo con la formación que reciben otros profesionales, como los médicos.
Este trabajo contribuye a jerarquizar la Educación Pública en un país como Francia, que ya era espejo de otras culturas, y que sirvieron como base para el desarrollo de la educación de muchos países.
Rescatar esta faceta del Profesor Rivail a 150 años de su desencarnación me pareció de especial importancia, porque la entrega y meticulosidad con que trabajó desde su juventud lo prepararon para su trabajo cumbre: la conformación de la Doctrina Espírita, que, aunque no lo admita por modestia, tuvo en él a un actor fundamental para conservar las características de una verdadera “Ciencia de Observación”.
Solo un observador atento y dedicado, honesto y serio en su trabajo pudo haber extraído de aquellas primeras comunicaciones una verdadera Filosofía de vida, a partir del simple razonamiento de buscar un origen inteligente a una respuesta inteligente.
La educación pública de calidad sigue siendo un anhelo de los países latinoamericanos, conseguirla sería una importante vía de desarrollo humano y socio-económico.
El Profesor Rivail dedicó más de 30 años de su vida a ello. Un verdadero visionario también en este aspecto, poco resaltado, aunque extremadamente valioso, que merece nuestro reconocimiento como continuadores de su legado.
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Fuente: “Vida y Obra de Allan Kardec” de André Moreil