miltonDante López

Ex-presidente de la CEPA (2008/2016)

A punto de comenzar una gira doctrinaria por diferentes países de Centro América y el Caribe y con el entusiasmo de estar cumpliendo con el cometido de llevar el pensamiento de CEPA, no podemos dejar de analizar la realidad del Espiritismo de hoy. Es poco conocido, lo que se conoce es la fenomenología mediúmnica, utilizada de muchas maneras, no siempre con métodos confiables y muchas veces se confunde al Espiritismo con la práctica de la mediumnidad. Su potencialidad como filosofía capaz de modificar conductas puede realmente sacar al ser humano de la visión de corto plazo reinante en la sociedad actual.

La Filosofía Espírita no es excluyente, cualquier persona puede comprender sus postulados, y a la vez es inclusiva, desde su visión, cada ser humano es merecedor del mayor de los respetos, porque cada experiencia es algo que yo he pasado o que pasaré. De esta manera, ser solidario con el que necesita es ser solidario con uno mismo. Nadie está exento de dificultades, sólo por esa razón vemos a nuestros hermanos humanos de manera diferente, sean de la raza que sean o tengan la tendencia que tengan.

Sin embargo y a pesar de su potencial, los espíritas no conseguimos ponernos de acuerdo sobre su carácter, y eso por sí sólo frena su avance. Hay una gran mayoría que lo pone en la dimensión de una nueva religión, otros que lo mixturan con prácticas rituales y no faltan quienes lo mencionan en sus prácticas mediúmnicas rentadas, desvirtuando su verdadera esencia.

No obstante, la potencialidad del Espiritismo sigue intacta, a la expectativa que sepamos utilizarla correctamente como herramienta del conocimiento universal, acoplado con la ciencia humana y las necesidades actuales de la humanidad.

He visto en jóvenes espíritas transformar su angustia existencial en esperanza y su tristeza en optimismo al comprender el funcionamiento de las leyes de Dios, y me gustaría que todos tengan esa posibilidad, es una herramienta para la vida y daría a las nuevas generaciones elementos para aplacar el consumismo y el hedonismo, valorizando los sentimientos y el intercambio solidario.

En otro orden de cosas, no sería conveniente un Espiritismo institucionalizado, sino con organizaciones que sirvan para acercar afectivamente a las personas, estudiando y transmitiendo experiencias y métodos de trabajo que se enriquezcan mutuamente. Un Espiritismo institucionalizado corre el riesgo de seguir el camino de las religiones: transformarse en un fin en sí mismo y dejar de ser un medio para ayudar a construir un mundo mejor.

[Publicado no AMÉRICA ESPÍRITA - ANO XIV - N° 153 - OUTUBRO 2011 ]

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