john aizpuruaJon Aizpúrua

Ex-presidente de CEPA (1993/2000) y actual Asesor de Relaciones Internacionales

Treinta y tres preguntas dirigidas a la conciencia de los espíritas:

¿Cuántos espíritas son fieles a unas ideas en lugar de ser dócilmente leales a unas siglas?

¿Cuántos espíritas admiran a alguien que no piense como ellos?

¿Cuántos espíritas se permiten tener dudas sobre algunas de sus creencias, sustentadas en las enseñanzas de autores encarnados o desencarnados?

¿Cuántos espíritas se atreven a cuestionar ideas expuestas por sus autores fundamentales?

¿Cuántos espíritas asumen que en el Espiritismo, no se trata de creer sino de saber?

¿Cuántos espíritas sucumben a la adoración reverente de los médiums y de los espíritus?

¿Cuántos espíritas examinan con sentido crítico las comunicaciones mediúmnicas?

¿Cuántos espíritas adoptan en su vida la práctica cotidiana de la lectura y el estudio de textos espíritas y de otras orientaciones filosóficas?

¿Cuántos espíritas pueden superar las interpretaciones literales?

¿Cuántos espíritas están dispuestos a cambiar algunas de sus opiniones?

¿Cuántos espíritas leen o escuchan a otros espíritas que piensan diferente?

¿Cuántos espíritas anteponen los ideales a la ambición por los cargos en las instituciones espíritas?

¿Cuántos espíritas se exigen más a sí mismos que a los demás?

¿Cuántos espíritas atienden a un debate sin haber decidido previamente quién es su favorito?

¿Cuántos espíritas están dispuestos a aprender de quienes expresan ideas divergentes de las suyas?

¿Cuántos espíritas comprenden que el amor, entendido y practicado, es el fundamento de la vida y de la evolución?

¿Cuántos espíritas se han permitido amar a alguien con una ideología diferente?

¿Cuántos espíritas consideran que no son necesariamente mejores que su vecino?

¿Cuántos espíritas saben perdonar?

¿Cuántos espíritas se preocupan por las cuestiones sociales y entienden la necesidad de analizarlas y de pronunciarse sobre ellas?

¿Cuántos espíritas toman conciencia de las injusticias sociales, el hambre y la miseria, que padecen millones de seres humanos y no intentan justificarlas como “deudas” o “expiaciones” de vidas anteriores?

¿Cuántos espíritas ofrecen el concurso de su participación activa para corregir los males que afectan a la humanidad y retrasan su proceso evolutivo?

¿Cuántos espíritas están completamente al margen de teorías o prácticas discriminatorias, homofóbicas, racistas o xenofóbicas?

¿Cuántos espíritas denuncian el horror y el sufrimiento provocado por regímenes teocráticos, fundamentalistas y fanáticos?

¿Cuántos espíritas creen realmente en la igualdad entre todos los seres humanos?

¿Cuántos espíritas asumen la vigencia de la libertad individual, social y política, como requisito indispensable para el progreso material y espiritual?

¿Cuántos espíritas respaldan la libertad y la democracia para todas las naciones, sustentadas en el pluralismo político, separación de poderes, libertad de expresión y de reunión, y elecciones limpias para escoger a los gobernantes?

¿Cuántos espíritas denuncian a los regímenes tiránicos o autoritarios, con independencia del signo ideológico o político que los identifica?

¿Cuántos espíritas están dispuestos a censurar la corrupción, en el ámbito público o privado, sin matices, atenuantes ni excepción?

¿Cuántos espíritas están dispuestos a defender el imperio de las leyes en el marco del estado de derecho, aun cuando puedan verse afectados sus intereses particulares?

¿Cuántos espíritas promueven la paz en el mundo, sobre la base de la coexistencia respetuosa entre las naciones y rechazan las guerras y el uso de la fuerza de las armas para conquistar territorios?

¿Cuántos espíritas comprenden que no hay un “más allá” feliz para los desencarnados si no se construye un “más acá” justo, equilibrado, armónico y fraterno?

¿A cuántos espíritas, en fin, les importa el espiritismo?

La CEPA, como entidad kardecista, laica, librepensadora, humanista, pluralista, progresiva y progresista, constituye un espacio abierto en el que se sientan cómodos todos los espíritas que se estremezcan y reflexionen ante preguntas como estas y decidan, como sugería Kardec, atreverse a pensar, a privilegiar la razón y anteponer los valores éticos como guías de sus convicciones. Esto es indispensable para la consolidación de un movimiento espírita que pueda mirar sin complejos al siglo XXI y afrontar con éxito sus enormes desafíos.

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